Perú, de la mano de un Gareca que cambió la cara de un país Hasta 2014, la selección peruana vivía un carrusel de entrenadores, de cambios estructurales y pese a buenas actuaciones en Copa América, siempre quedaba lejos de la lucha por un Mundial, cuya última aparición había sido en España 1982. Pese a que esa época, Perú tenía a varios futbolistas que supieron llegar a la élite europea en la década pasada, como por ejemplo Nolberto Solano (Newcastle), Juan Manuel Vargas (Fiorentina), Jefferson Farfán (PSV Eindhoven y Schalke 04), Paolo Guerrero (Bayern Munich) o Claudio Pizarro (Bayern Munich), nunca pudo conformar un equipo que formara un conjunto calificado.
Pero en 2015, el argentino Ricardo Gareca llegó para enmendar un rumbo que parecía totalmente perdido. "El jugador peruano tiene talento. No lo digo yo, esto es reconocido mundialmente. O por lo menos de Sudamérica. Si me preguntan qué creo del jugador peruano, es la técnica", dijo en su primera conferencia de prensa. El equipo bicolor fue semifinalista de la Copa América 2015 y cuartofinalista de la Copa América Centenario 2016, arrancando un proceso donde los históricos comenzaron a salir del equipo paulatinamente. Ya sin Vargas ni Pizarro, el "Tigre" fue imponiendo su estilo con jugadores más dúctiles y con una mentalidad totalmente diferente.
El equipo bicolor fue semifinalista de la Copa América 2015 y cuartofinalista de la Copa América Centenario 2016, arrancando un proceso donde los históricos comenzaron a salir del equipo paulatinamente. Ya sin Vargas ni Pizarro, el "Tigre" fue imponiendo su estilo con jugadores más dúctiles y con una mentalidad totalmente diferente.
Pese a no tener un buena competencia local -los equipos peruanos no destacan en torneos continentales hace varios años- Gareca adaptó nombres y no tuvo problemas para sacar a algunos jugadores por actos de indisciplina, una situación que era pan de cada día en el país vecino. Tras conformar un grupo sólido con una base de varios nombres consolidados, aunque ninguno en clubes importantes del mundo, como Pedro Gallese, Luis Advíncula, Miguel Trauco, Renato Tapia, Yoshimar Yotún, André Carrillo y Edison Flores, más la guía de Guerrero y Farfán, Perú clasificó a Rusia 2018 de forma dramática y ganando el repechaje a Nueva Zelandia. Si bien en Rusia 2018 quedó fuera en la fase de grupos, hizo muy buenos partidos y su juego continuó mejorando de la mano de un Gareca que siguió trabajando fuerte. Y en la Copa América 2019 en Brasil, la escuadra peruana llegó a la final, donde cayó solamente ante el local en un estrecho partido. Varios creyeron que el fenómeno peruano había acabado, pero la mano del argentino siguió dando frutos. Pese a que la bicolor comenzó el camino a Qatar 2022 sumando un punto en los primeros cuatro partidos, el equipo volvió a remontar de forma espectacular, encontró grandes refrescos como el peruano-italiano Gianluca Lapadula (Benedetto de la Serie B de Italia) -que tomó el lugar de Guerrero como goleador- y así llegaron a un nuevo repechaje, postergando a Colombia y Chile, que en los papeles asomaban como cuadros más potentes. Al igual que los ecuatorianos, el núcleo importante armado por Gareca no aparece en el primer mundo europeo. De hecho, Tapia (Celta de Vigo), Trauco (St. Etienne de Francia) o Sergio Peña (Malmö de Suecia) son los únicos en Europa, mientras Advíncula y Carlos Zambrano (Boca Juniors de Argentina), Gallese (Orlando City, EE.UU.), Alexander Callens (New York City, EE.UU.), Flores (DC United, EE.UU.) o Yotún (Sporting Cristal) juegan en este lado del mundo. Mientras que Cueva y Carrillo lo hacen en la liga de Arabia Saudita, sumado a ello el "Tigre" considera dentro de esa rotación a Gabriel Costa (Colo Colo) o Cristofer "Canchita" González, de pobre paso por los albos. Durante siete años seguidos -la racha más larga actualmente en Sudamérica-, el Tigre dirigió a los peruanos en 94 partidos con 38 triunfos, 22 empates y 33 derrotas. Un proceso largo, cocinado a fuego lento y que hoy es una referencia en nuestro continente. Estas dos selecciones, sin mayores luminarias globales, son capaces de trabajar en equipo y convertirse en conjuntos muy confiables, a diferencia de la "Roja".