Lo único que hicieron fue invertir en sus puros intereses, ya queel Congreso estaba compuesto por puros oligarcas...
O sea, igual que ahora y siempre
Más o menos. En esa época hubo una expansión importante de la educación escolar (de hecho en 1900-1920 la matrícula de la educación básica subió en un 120% y en la media aumentó en un mayor porcentaje aunque de una ínfima base de comparación) y también de la red ferroviaria (en 1890 había 1106 km en el sistema ferroviario público, en 1920 había 4579 km en dicho sistema - y la participación del Estado se volvió mayoritaria en el sistema). Creo que objetivamente esto fue beneficioso para el país en su conjunto, por extensión también lo fue para la élite.
Por supuesto que también hubo:
1) Una dependencia extrema en el salitre para financiar al Estado, de hecho los ingresos tributarios de esa industria representaron el 50% de todos los ingresos de la época. Los impuestos al sector externo (todos los aranceles a las importaciones + todos los impuestos a las exportaciones) llegaron a representar el 70% de la recaudación fiscal. Además, se bajaron varios impuestos que pagaban nacionales como los impuestos a las ventas de bienes raíces, a las herencias, a la renta, al tabaco, contribuciones, etc y no había un impuesto general al consumo como el IVA que yo sepa. Cabe mencionar que la tasa de impuestos al salitre no era baja tampoco, era de más o menos un 30% de las ventas (no utilidades, ventas).
Esto fue políticamente viable porque las salitreras eran británicas, los empresarios chilenos sabían cómo explotar los yacimientos pero a pequeña escala... No tenían el conocimiento administrativo y capital humano para hacer lo mismo a gran escala, y la élite chilena de la época nunca se preocupó de adquirirlos, para ellos fue más fácil tener a un extranjero haciendo esa pega y simplemente sacarle el jugo. Y era un sistema tributario mucho más fácil de administrar para el Estado, esto pensando en que un país desarrollado normalmente tiene una mayor capacidad para recaudar
Hoy la economía chilena, y en particular la recaudación tributaria, están mucho más diversificadas y la fuente más importante es el IVA, con poco más del 40% de la recaudación y la segunda son los impuestos corporativos con poco más del 20%.
2) Una contratación masiva de funcionarios públicos, el Estado pasó de tener 3000 funcionarios en 1880 a 27000 en 1919. Su participación en la economía pasó de un 5%, típico del siglo XIX, a un 13% (esto a pesar de que les encantaba el laissez faire).
3) Corrupción por todos lados (el cohecho y el fraude electoral, por ejemplo, eran comunes... Lo de las boletas falsas es una alpargata en comparación), y la cuestión social era mucho más extrema que hoy, en ambos casos es en parte porque los que estaban abajo al inicio estaban partiendo de muy abajo comparado con el nivel de vida imperante durante los períodos históricos respectivos y eso no cambia de la noche a la mañana, pero las cifras de desigualdad del Chile de hoy están básicamente en el promedio del siglo XX, la época parlamentaria fue mucho más desigual.
La verdad es que el Chile de hoy no tiene problemas de ese nivel de gravedad, y creo que una parte grande de la sociedad, al igual que en el resto de los países latinoamericanos, estaría más que feliz con una versión de ese sistema parlamentario sólo que con menos desigualdad y corrupción, más servicios públicos provistos por el Estado que sean pagados con una estructura centrada en la recaudación a las exportaciones de minerales, celulosa, y productos alimenticios y madera procesados (cobre, salmón, vinos, celulosa, etc tal y como el anterior estaba centrado en el salitre pero en este caso estaría más diversificado), en vez de un sistema tributario más parecido al de los países desarrollados, que recaudan exprimiendo a las clases alta y media con los impuestos a la seguridad social, renta y valor agregado principalmente (en el promedio OCDE corresponden a 26%, 24% y 20% de la recaudación respectivamente, la incidencia económica de los impuestos a la seguridad social cae principalmente sobre los trabajadores). Esto manteniendo también la estructura general del Estado actual, más descentralizado pero sin (por ejemplo) crear servicios civiles autónomos análogos a los que existen en varios países de Europa o los anglosajones y sin competencia fiscal o de provisión de servicios públicos entre regiones