A ver, en todas partes del mundo existe el sistema de seguros de salud cerrados, y eso, con o sin isapres, seguirá existiendo.
Lo que no existe o al menos es infrecuente es un sistema donde por ley se te descuenta una proporción de tu sueldo para cubrir, por un lado, tus ahorros previsionales y, por el otro, un seguro de salud masivo.
Esto puede ser bueno o malo, no más AFP y la weá, pero no es el punto. Gracias a la obligatoriedad de las imposiciones de salud, ya sea que vayan a Fonasa o a isapre, le garantiza un flujo predecible a la administración. Financieramente esto no es un problema de costos sino un problema de incertidumbre. Un millón de afiliados pagando 100 Lucas es un negocio redondo. 100.000 afiliados pagando 1 millón es un pésimo negocio.
Dicho de otra manera: Si la estructura del sistema propició las utilidades millonarias de las isapres, y éstas en el mundo real fuesen inviables, entonces es justo y necesario que desaparezcan. La mano invisible del mercado no puede ser cuando a uno le gusta no más.
Segundo, si la desaparición de esas entidades nos lleva a un mundo fonatizado donde la calidad del servicio se va a las pailas, pero te siguen descontando de tu sueldo, y en paralelo los planes de salud cerrados ya no valen 300 Lucas sino 2 palos, porque el universo de afiliados baja tanto que el cálculo de incertidumbre dispara las pólizas, me parece que todos salimos perdiendo.
Tercero, la fantasía de que haciendo colapsar las isapres todas esas utilidades se derramarán, como chocolate de Willy Wonka, hacia Fonasa, es muy real . Si nos obligan a seguir pagando y ahora es inequívocamente a Fonasa, definitivamente se le multiplican los ingresos al ente estatal. Pero ya dijimos, la rentabilidad de las isapres no es por un tema de ingresos versus costos, sino por una ventajosa mitigación de la incertidumbre. Lo que se le traspasaría a Fonasa es un P x Q, pero lo otro no se puede traspasar y es riqueza perdida.
Cuarto, está weá de quebrar no es chacota. No es así como: "mi amor, yo no llamé a mi ex, fueron mis amigos que me quitaron el teléfono" o "yo no twitee contra Ghandi, me hackearon la cuenta". Una quiebra fraudulenta -y peor si es en colusión- es capacha segura.