Cuando hay billete de por medio (gas en la ocurrencia) hasta los más recalcitrantes, se convierten en compadres del alma. En el caso del Líbano, el país está en ruinas, las ayudas internacionales tardan por la desconfianza a la corrupción endemoniada que existe en todas las esferas del poder y que es un fleo en el país y difícil de controlar por los países donantes. Y el Hezbollah, con un Irán cada vez más aislado económicamente, pena para recibir la ayuda económica necesaria de su aliado, tanto para abastecer a su gente, pero también (y sobre todo) pagar a sus milicias.