Si bien la actitud del oftalmólogo fue totalmente despreciable, tanto cuando sucedió el hecho, como en las horas posteriores, estoy de acuerdo en que el escarnio que ha experimentado durante todo este tiempo, es suficiente.
Ya quedó expuesto con nombre y apellido ante todo el país, y la vergüenza de ser apuntado por comportarse como un real hijo de puta no se la saca nadie.
Genuino o no -para mi no lo es, tincada nada más- las acciones que ha tomado me parecen las correctas y creo que salvo que exista algún tema legal pendiente, no se debería seguir con el cuento.
Lamentablemente para él, los justicieros de las redes sociales no son más que un ente amorfo, sin cabeza, así que va a tener que esperar a que decante solo.