Nunca estuve en terapia psicológica, hasta mis 27 años, el 2011, donde comencé.
Llegué arrastrado producto de múltiples problemas para, en mi vida adulta, supuestamente "encontrar una pareja" y tener una mejor autoestima.
En 2 sesiones la terapeuta descubrió mi mentira, y mi verdadero problema: estaba, hasta las patas, enamorado de alguien que trabajaba conmigo, y disfrazando una amistad se aprovechó de mi por varios años, y nunca me tomó verdadera atención.
La psicóloga desmanteló mi problema, me metió el dedo en la llaga múltiples veces, y me hizo zumbar a llantos de dolor, y me enseñó, por primera vez en mi vida, a decir que "no". Costó, pero salió.
Meses después, le paré el carro a esta mina, y hasta tuve el valor para cobrarle una plata que me debía.
Un año después exacto, encontré pareja. Al tiempo me casé, y tuve una hija.
Hasta el día de hoy sigo casado, vivimos felices con nuestra hija, y sigo en terapia con la misma persona, regularmente, 2 veces al mes o 1 vez al mes, con interrupciones prolongadas cuando mi vida está más o menos tranquila y estable.
Con eso, soy capaz de sobrellevar una vida de altos y bajos, especialmente laborales, y un "sobrepensamiento" que, si bien me hace funcionar y saca lo mejor de mí, también saca lo peor.
La vida no es simple. Pero los (buenos) terapeutas existen, en un mundo que gira demasiado rápido y a veces sientes que no te da nada.