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- 15 Enero 2004
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Venía a contarles sobre el efecto ideomotor.
¿Qué es? Es un fenómeno que describe movimientos que no son producto de un acto voluntario, ni son tampoco puramente involuntarios como el hipo, ni obedecen directamente a un esttímulo eléctrico como los reflejos. Son automáticos, eso sí, y se originan en una idea que el cuerpo manifiesta sin participación de su dueño.
Por ejemplo, los saoríes o rabdomantes, estos viejos que buscan agua o tesoros escondidos ayudándose de unas horquillas metálicas
Estas personas practican su arte legítimamente, no andan moviendo las horquillas voluntariamente, pero no hay un asidero científico que permita relacionar el movimiento de éstas son la existencia de agua subterránea ni menos tesoros. Los tesoros no emiten un pulso electromagnético que yo sepa. Esas son las ojiivas nucleares y es mejor no buscarlas.
Pero entonces, si los saoríes son honestos en su práctica, ¿Cómo se explica el movimiento de las horquillas? Es el fenómeno ideomotor, y el movimiento obedece a una idea inconsciente del portador.
Vuelvo a repetir: son un movimiento automático, relacionado a la expresión de una idea. No son un reflejo. Por ejemplo un vampiro podría practicar la radiestesia y funcionaría (aunque sea seudociencia) independiente del hecho que los vampiros no tienen reflejo.
La sesión de espiritismo
Ocurrió una vez, querido lector, en que quisieron poner a prueba la noción de que era posible comunicarse con los espíritus ocupando un tablero OuiJa.
Esto es una práctica desaconsejada por dos razones. Por un lado, no hay asidero científico para decir que es posible comunicarse con los espíritus, y por tanto es perder el tiempo y/o hacer el loco.
Y si, por el contrario, sí hay seres foráneos al reino de los vivos, dispuestos a comunicarse, la Ouija es el equivalente a hacerles una pitanza y puede que se molesten como puede que esta suerte de sesión de espiritismo sea su vehículo para entrar en nuestro plano, y luego no haya cómo echarlos.
O sea, no hay que hacerlo porque si es mentira es tonto, y si es verdad es peligroso. ¿Se entiende? Pero sigamos la historia.
Una de las objeciones que los escépticos plantean a la credibilidad de la Ouija como vehículo de comunicación con los espíritus, es que los participantes que están moviendo el carrito pueden hacerlo deliberadamente y por tanto engañar al público. Para descartar esa posibilidad, se seleccionó solamente a personas reconocidas por su honradez y su intachable reputación como participantes de la sesión.
Estaban por ejemplo Abraham Lincoln, Winston Churchill, Javier Miranda, Hellen Keller, Jacques Costeau, Mahatma Ghandi que según entiendo es la hija de Ghandi, y así, personas que no tenían relación entre sí como para sospechar que pudieran coludirse en ninguna clase de engaño. Con esas personas en la sesión, lo lógico era que el carrito no se moviera.
Y resulta que el carrito se movió.
Los espíritus empezaron a formar palabras y luego frases. Nada muy específico, pero sí coherente. Cosas como "I am" o "Hello". Nada como "pico pal que lee" ni nada de eso. Pero suficiente como para suponer que sí hay algo al otro lado que trataba de comunicarse.
Y entonces llegó James Randi, un reconocido escéptico y especialista en refutar y desenmascarar trucos seudocientíficos, y propuso vendarle los ojos a los participantes (con Hellen Keller no fue necesario). Y qué pasó? Súbitamente los espíritus ya no fueron capaces de formar palabras.
Entonces, los participantes sí estaban coludidos? No eran tan honrados como parecían? Nada de eso. Es el efecto ideomotor. El carrito se movió porque el cerebro es incapaz de evitar concebir una palabra a medida que ve una fracción de ella, y esto es automático e inconsciente.
Es esta toda la historia?
Sí y no. La historia termina en el párrafo anterior. Pero como supuse que se le podía sacar un poco más de provecho, la convertí en un guión y se la vendí a M. Night Shyamalan. En la versión cinematográfica no salgo yo, más que como una voz en off (que en realidad la hace Morgan Freeman).
La diferencia con el relato original es que al final se revela que todos los participantes en la sesión de espiritismo estaban muertos, y por lo tanto usted, querido lector, es el que se estaba comunicando con el más allá al leer este post.
¿Qué es? Es un fenómeno que describe movimientos que no son producto de un acto voluntario, ni son tampoco puramente involuntarios como el hipo, ni obedecen directamente a un esttímulo eléctrico como los reflejos. Son automáticos, eso sí, y se originan en una idea que el cuerpo manifiesta sin participación de su dueño.
Por ejemplo, los saoríes o rabdomantes, estos viejos que buscan agua o tesoros escondidos ayudándose de unas horquillas metálicas
Estas personas practican su arte legítimamente, no andan moviendo las horquillas voluntariamente, pero no hay un asidero científico que permita relacionar el movimiento de éstas son la existencia de agua subterránea ni menos tesoros. Los tesoros no emiten un pulso electromagnético que yo sepa. Esas son las ojiivas nucleares y es mejor no buscarlas.
Pero entonces, si los saoríes son honestos en su práctica, ¿Cómo se explica el movimiento de las horquillas? Es el fenómeno ideomotor, y el movimiento obedece a una idea inconsciente del portador.
Vuelvo a repetir: son un movimiento automático, relacionado a la expresión de una idea. No son un reflejo. Por ejemplo un vampiro podría practicar la radiestesia y funcionaría (aunque sea seudociencia) independiente del hecho que los vampiros no tienen reflejo.
La sesión de espiritismo
Ocurrió una vez, querido lector, en que quisieron poner a prueba la noción de que era posible comunicarse con los espíritus ocupando un tablero OuiJa.
Esto es una práctica desaconsejada por dos razones. Por un lado, no hay asidero científico para decir que es posible comunicarse con los espíritus, y por tanto es perder el tiempo y/o hacer el loco.
Y si, por el contrario, sí hay seres foráneos al reino de los vivos, dispuestos a comunicarse, la Ouija es el equivalente a hacerles una pitanza y puede que se molesten como puede que esta suerte de sesión de espiritismo sea su vehículo para entrar en nuestro plano, y luego no haya cómo echarlos.
O sea, no hay que hacerlo porque si es mentira es tonto, y si es verdad es peligroso. ¿Se entiende? Pero sigamos la historia.
Una de las objeciones que los escépticos plantean a la credibilidad de la Ouija como vehículo de comunicación con los espíritus, es que los participantes que están moviendo el carrito pueden hacerlo deliberadamente y por tanto engañar al público. Para descartar esa posibilidad, se seleccionó solamente a personas reconocidas por su honradez y su intachable reputación como participantes de la sesión.
Estaban por ejemplo Abraham Lincoln, Winston Churchill, Javier Miranda, Hellen Keller, Jacques Costeau, Mahatma Ghandi que según entiendo es la hija de Ghandi, y así, personas que no tenían relación entre sí como para sospechar que pudieran coludirse en ninguna clase de engaño. Con esas personas en la sesión, lo lógico era que el carrito no se moviera.
Y resulta que el carrito se movió.
Los espíritus empezaron a formar palabras y luego frases. Nada muy específico, pero sí coherente. Cosas como "I am" o "Hello". Nada como "pico pal que lee" ni nada de eso. Pero suficiente como para suponer que sí hay algo al otro lado que trataba de comunicarse.
Y entonces llegó James Randi, un reconocido escéptico y especialista en refutar y desenmascarar trucos seudocientíficos, y propuso vendarle los ojos a los participantes (con Hellen Keller no fue necesario). Y qué pasó? Súbitamente los espíritus ya no fueron capaces de formar palabras.
Entonces, los participantes sí estaban coludidos? No eran tan honrados como parecían? Nada de eso. Es el efecto ideomotor. El carrito se movió porque el cerebro es incapaz de evitar concebir una palabra a medida que ve una fracción de ella, y esto es automático e inconsciente.
Es esta toda la historia?
Sí y no. La historia termina en el párrafo anterior. Pero como supuse que se le podía sacar un poco más de provecho, la convertí en un guión y se la vendí a M. Night Shyamalan. En la versión cinematográfica no salgo yo, más que como una voz en off (que en realidad la hace Morgan Freeman).
La diferencia con el relato original es que al final se revela que todos los participantes en la sesión de espiritismo estaban muertos, y por lo tanto usted, querido lector, es el que se estaba comunicando con el más allá al leer este post.
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