Yo tengo mis serias dudas (porque a los políticos y autoridades les tengo bien poca confianza) y me explico: En su momento en Europa, pero principalmente en Francia y Alemania, se le encontraron mil y una aventaja al diésel, incluso el de que contaminaba menos que la gasolina. Su precio, por el otro lado, era la mitad del de la gasolina, resultado: las ventas del diésel se dispararon que fue un gusto durante años y fue tomando aventaja sobre la gasolina. Sobre todo, que gracias al turbo y posterior common rail, las diferencias en performances con la bencina, se han convertido en casi nulas, por lo que excelente argumento de ventas.
Problema: la recaudación de impuestos a los combustibles de vehículos rodantes, se fue al hoyo en Europa (el diesel costando la mitad). En ese momento, comenzaron a aparecer estudios científicos que demostraban (a justo título o no) que las partículas que expedía el diésel, eran aún más dañinas. Comenzó entonces una enorme campaña de desprestigio de éste combustible, se sacaron nuevas normas más restrictivas, etc. Y sobre todo, se le comenzó a aplicar paulatinamente, aumentos de precios hasta equipararse con los de las gasolinas. En precios, un vehículo diésel es más caro, pero su uso más económico, compensaba. Como el diesel (luego de grandes campañas de demonización) comenzó a ser visto de muy malos ojos por los consumidores y quienes poseen o poseían un vehículo de este tipo (en Europa) se sentían culpables, no reclamaron ante estas alzas sucesivas. Todo lo contrario, muchos buscaron a cambiarse rápidamente a gasolina, pero aún así, quedan muchísimos amantes (o por necesidad de un motor robusto), que siguen circulando en estos vehículos, e incluso comprando nuevos (las ventas han bajado solo de 25% en Europa).
Actualmente en la mayoría de la UE, el diésel cuesta lo mismo o más que la gasolina de 95 octanos, por lo que las cajas del estado están felices, vamos entonces (según yo), buscando la forma de devolverle el prestigio perdido.
Existe desde la segunda guerra mundial (el invento viene de mucho antes) en que su uso se hizo extensivo en ciertos vehículos pesados de guerra (tanques y orugas), pero también en aviación, el motor a pistones opuestos, que en el caso del diésel y gasolina, permite una combustión casi perfecta, aparte de tener un torque fenomenal. Hasta el momento, se utiliza en vehículos militares y maquinarias pesadas, pero poco o nada en vehículos corrientes.