Es necesario pensar el día después de la cuarentena como
un tiempo para una nueva oportunidad. Es posible hacer de esta gran catástrofe un momento para recomenzar, cambiando las fuentes de la racionalidad económica que nos ha llevado, literalmente, a un encierro globalizado. Una de las pistas para ese camino las ha abierto
la economista Kate Raworth, al proponer su teoría de la
“Economía Donut”, en la cual equilibra las necesidades humanas esenciales y las fronteras socio-ambientales del planeta.
La tesis de Raworth implica
un cambio en la manera de pensar el ciclo económico, para orientar, desde su origen, la toma de decisiones. Se funda en un diseño muy sencillo (ver imagen 1):
la sociedad debe vivir dentro de un límite que no podemos rebasar.
Esta frontera la traza u
n primer círculo dentro del cual se encuentran las necesidades básicas humanas: alimento, agua potable, vivienda, energía, salud, igualdad de género, un salario de subsistencia y libertad política. En
un segundo círculo se expresa el techo ecológico, entendido como un punto de inflexión, fuera del cual comienza la amenaza para la vida en el planeta: es un límite estructural del cual no podemos salir sin un costo irreversible para todas y todos.
Entre ambos círculos existe un ámbito que la economista llama propiamente bienestar. Es el campo donde podemos desarrollar una economía circular, esencialmente de servicios, pero estructuralmente diseñada, desde el principio, y por defecto, para ser regenerativa y distributiva.
La economía del día después de la cuarentena debería fundarse en este criterio, que tiene como supuesto
la necesidad fundamental de limitar y restringir una economía que se ha pensado bajo el supuesto de un crecimiento infinito, desregulado, lineal y perpetuo.