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- 7 Abril 2009
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El 13/02/2014 te fuimos a buscar… tenías care gil… la verdad no me caíste muy bien, pero el Colorado se enamoró de ti… llegamos a casa y solo mirabas… no ladrabas… te llamábamos por el nombre de perro gil que tenías y no reaccionabas. pero si cuando nos alejábamos, te abrazadas a los pies de uno para que no avanzáramos y no te dejáramos solo, el proceso seria lento, era la tercera casa por la que pasabas, los terceros humanos desconocidos que te tenían… un rechazado de tomo y lomo.
Pasaron los días y conocimos tu ladrido, desgastado, raro, pero súper fuerte… y también tenías un nuevo nombre... General Mike Pattom… solo Pattom para los amigos.
Desarrollaste un amor infinito a subirte al sillón, las camas, los sillones de la sala de juegos, subirte a cualquier trapito que se callera al suelo, robarte los cojines etc… y conociste lo que fue una de las mejores experiencias de la vida, que fuera invierno, lloviera y quedarte cerca de la chimenea, calentito en tu cojín mirando el fuego, y mirándonos a nosotros para ver que seguíamos ahí.
Paso el tiempo y nos mudamos de casa, ahora tenías tremendo patio y pájaros para salir correteando, esconderse entre las plantas, desaparecer en las jardineras y mirar por la ventanita a la calle eran los nuevos hobbies… pero la pésima costumbre de subirte a la cama en invierno, justo.. justo en la NOCHE MAS FRIA DEL AÑO para hacerte pipi, no cambió… perro de miercale... el en su casita en el patio, calentita y nosotros limpiando y secando la wea de colchón cagaos de frio sin poder dormir…
Pasaron años de regaloneo, de ver que te quedabas pegado mirando a la nada como don Francisco cuando no lo mostraban en cámara, cariños hasta decir basta, abrazos pegoteados y juegos diabólicos con colorado, hacer la guardia por si se caía algo mientras cocinaba, las temporadas de suelo, donde yo ponía mi mantita para tirarme en el suelo y tu te acurrucabas al lado, o te sentabas arriba de mi cara en un acto bien asqueroso, tengo que decirlo… Pero siempre me pregunte si eras feliz.. que pasaría si te perdías… nos olvidarías como a tus dueños anteriores?
Ahora estos últimos años éramos solos tu y yo… ya no dormías fuera, sino que dentro de casa, la pandemia solo hizo que te regaloneara aún mas, y no solo yo hacía teletrabajo, sino que tu también, flojo de miercale, solo sacabas la cabeza por la puertita de perro para ver que pasaba en el patio y desde ahí ladrabas… la cosa de guardián nunca fue lo tuyo… aunque en los paseos el radar de flaites era potente y parecías punketa con todo el lomo erizado cuando alguien que no te tincaba se acercaba.
Tu salud empezó a cambiar, pasábamos en el veterinario… siempre había algo y finalmente dieron con una enfermedad crónica, que en solo meses paso a ser grave tus riñones no estaban funcionando bien, por lo tanto, tenías que comer un alimento especial que odiabas con toda tu alma y que tenía que ingeniármelas para dártelo, los inventos resultaron, pero seguía avanzando el daño. Hace una semana no pensaba que hoy ya no estarías conmigo… el sábado pasado todo cambio… te fuiste en picada, te interne y estabas con una deshidratación aguda producto del mal funcionamiento de tus riñoncitos, pero te dieron de alta, volviste y ya no eras el mismo, no tomabas agüita y no comías, ni el alimento especial, ni el normal, ni los que si o si amabas y te zampabas en 3 segundos… trate de alimentarte con jeringa pero no querías. Tu organismo no aceptaba el alimento y ya eso que te hacia feliz como el día que metiste la cabeza dentro del saco de comida y era el paraíso en la tierra, era solo una molestia y sufrimiento.
Hoy en la mañana regaloneamos en el patio tiraditos al sol, estas noches dormías a mi lado con mi mano siempre haciéndote cariño… el veterinario fue amoroso y si bien ya no querías mas pinchazos este fue el último y más amable… te fuiste mientras sentías mis manos en las orejitas, y lomo… los lugares favoritos al momento de los nanais… te amo mi chanchito… ya no hay mas dolor ni incomodidades, te dormiste en tu casa, escuchando a los pájaros weones que juraste exterminar, mirando la entrada donde solías estar viendo todo tu jardín, donde estaba la puerta mágica para estar con tus humanos y exigir amor, escuchando mi voz catete diciéndote como tantas veces “te amo chanchito”.
Pasaron los días y conocimos tu ladrido, desgastado, raro, pero súper fuerte… y también tenías un nuevo nombre... General Mike Pattom… solo Pattom para los amigos.
Desarrollaste un amor infinito a subirte al sillón, las camas, los sillones de la sala de juegos, subirte a cualquier trapito que se callera al suelo, robarte los cojines etc… y conociste lo que fue una de las mejores experiencias de la vida, que fuera invierno, lloviera y quedarte cerca de la chimenea, calentito en tu cojín mirando el fuego, y mirándonos a nosotros para ver que seguíamos ahí.
Paso el tiempo y nos mudamos de casa, ahora tenías tremendo patio y pájaros para salir correteando, esconderse entre las plantas, desaparecer en las jardineras y mirar por la ventanita a la calle eran los nuevos hobbies… pero la pésima costumbre de subirte a la cama en invierno, justo.. justo en la NOCHE MAS FRIA DEL AÑO para hacerte pipi, no cambió… perro de miercale... el en su casita en el patio, calentita y nosotros limpiando y secando la wea de colchón cagaos de frio sin poder dormir…
Pasaron años de regaloneo, de ver que te quedabas pegado mirando a la nada como don Francisco cuando no lo mostraban en cámara, cariños hasta decir basta, abrazos pegoteados y juegos diabólicos con colorado, hacer la guardia por si se caía algo mientras cocinaba, las temporadas de suelo, donde yo ponía mi mantita para tirarme en el suelo y tu te acurrucabas al lado, o te sentabas arriba de mi cara en un acto bien asqueroso, tengo que decirlo… Pero siempre me pregunte si eras feliz.. que pasaría si te perdías… nos olvidarías como a tus dueños anteriores?
Ahora estos últimos años éramos solos tu y yo… ya no dormías fuera, sino que dentro de casa, la pandemia solo hizo que te regaloneara aún mas, y no solo yo hacía teletrabajo, sino que tu también, flojo de miercale, solo sacabas la cabeza por la puertita de perro para ver que pasaba en el patio y desde ahí ladrabas… la cosa de guardián nunca fue lo tuyo… aunque en los paseos el radar de flaites era potente y parecías punketa con todo el lomo erizado cuando alguien que no te tincaba se acercaba.
Tu salud empezó a cambiar, pasábamos en el veterinario… siempre había algo y finalmente dieron con una enfermedad crónica, que en solo meses paso a ser grave tus riñones no estaban funcionando bien, por lo tanto, tenías que comer un alimento especial que odiabas con toda tu alma y que tenía que ingeniármelas para dártelo, los inventos resultaron, pero seguía avanzando el daño. Hace una semana no pensaba que hoy ya no estarías conmigo… el sábado pasado todo cambio… te fuiste en picada, te interne y estabas con una deshidratación aguda producto del mal funcionamiento de tus riñoncitos, pero te dieron de alta, volviste y ya no eras el mismo, no tomabas agüita y no comías, ni el alimento especial, ni el normal, ni los que si o si amabas y te zampabas en 3 segundos… trate de alimentarte con jeringa pero no querías. Tu organismo no aceptaba el alimento y ya eso que te hacia feliz como el día que metiste la cabeza dentro del saco de comida y era el paraíso en la tierra, era solo una molestia y sufrimiento.
Hoy en la mañana regaloneamos en el patio tiraditos al sol, estas noches dormías a mi lado con mi mano siempre haciéndote cariño… el veterinario fue amoroso y si bien ya no querías mas pinchazos este fue el último y más amable… te fuiste mientras sentías mis manos en las orejitas, y lomo… los lugares favoritos al momento de los nanais… te amo mi chanchito… ya no hay mas dolor ni incomodidades, te dormiste en tu casa, escuchando a los pájaros weones que juraste exterminar, mirando la entrada donde solías estar viendo todo tu jardín, donde estaba la puerta mágica para estar con tus humanos y exigir amor, escuchando mi voz catete diciéndote como tantas veces “te amo chanchito”.