Esta es mi experiencia más cercana con la muerte:
Una vez cuando recién había entrado a la U mi papa dijo que quería hablar conmigo algo importante, me mando un artículo de un diario previo a la conversación. Yo vivía en valpo con mi hermano, como él era mayor yo igual me sentía sola allá. El artículo se trataba de la resiliencia y contaba la historia de un tipo con cáncer. Yo quedé pa la cagá después de leer, pase toda la noche llorando y pensando que no estaba lista, que ahora el peor momento para enfrentar algo así. La conversación finalmente no se trataba de enfermedad sino de la separación de mis papas y casi lo abrazo de alivio jajja. Pasó el tiempo, 8 años exactamente, y nuevamente mi papa me dice que tiene que hablar algo importante con todos (somos 3) ahora si estaba enfermo, tenía cáncer y las probabilidades eran pocas pero de todas maneras intentaría el tratamiento. Obviamente fue triste pero en esta ocasión si me sentí "preparada"
Yo sabía que la situación no iba a terminar bien independiente del tratamiento que se hizo. Tengo la tranquilidad de que hicimos de todo dentro de nuestras posibilidades económicas y dentro de nuestro conocimiento. Una de las ventajas de este tipo de enfermedades es que te permite despedirte y arreglar tus asuntos. Yo encuentro que es un privilegio pasar esta etapa junto a la familia, noté sobre todo que le daba tranquilidad a mi papá mientras iba poniendo las cosas en orden. En los últimos tres meses fueron un montón de trámites, firmas y cosas legales que no entiendo mucho. Nos dio sus claves de acceso a bancos, información de seguros y cuotas mortuorias (de la pega por bienestar y del IPS) unos mandatos y habló con los ejecutivos para que todo sea más sencillo. Aquí me enteré de que las instituciones financieras se actualizan cada cierto tiempo con informes del registro civil, no recuerdo este dato en particular, pero la ejecutiva nos dijo el tiempo que teníamos para que no tuviéramos problemas. Él se preocupó de informarnos de todas las situaciones que quedarían en “el aire” y tendríamos que ocuparnos nosotros en el futuro. Pasaron 6 meses desde el diagnostico hasta su muerte.
El último mes cuando ya casi estaba todo listo (burocráticamente) empecé a llevar un diario intentando reproducir nuestras últimas conversaciones. No sé si habrá sido efecto de la morfina pero se volvió en extremo parlanchín y yo no quería que se me olvidara nada. Habló mucho de su niñez y su relación con mis tíos, con los abuelos y con sus amigos. Nos contó cómo eran los carretes en su juventud y echó al agua a todos mis tíos jajaja. Él veía a gente en sus sueños y también me contaba las conversaciones que tenía con ellos. Intenté escribir lo máximo posible.
Recuerdo que antes de la enfermedad él optaba por cremación y en cuanto supo su diagnóstico cambió de opinión. Aquí –honestamente- no sé qué es lo mejor, encuentro que es agradable tener un lugar fijo para ir visitar y es mucho más agradable encontrar en ese lugar señales de que otras personas también lo van a visitar. Te das cuenta de que mucha gente lo estima y lo extraña. Sin embargo, sobre todos los primeros meses me resultaba incomodo ir y tener la certeza de que su cuerpo estaba en plena etapa de descomposición justo ahí al lado mío.
Desde esta situación en adelante todo lo que hacemos se analiza desde la perspectiva “que pasará cuando no esté aquí” finalmente para hacer que todo sea más sencillo para los que dejamos atrás.
Sorry por lo largo del texto, sólo quería aportar con algunos hechos y terminé desahogándome .