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- 21 Noviembre 2012
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Quiero partir señalando que si alguien se pregunta qué cresta tienen que ver las gallinas en un foro de tecnología, pues digo que tiene razón: no tienen absolutamente nada que ver, así que, si el asunto no le gusta o no le parece, pues bien, que le vamos a hacer… Este es un rollo muy lejano de los mundos virtuales y sus complejidades, es muy doméstico, campechano, medio anti sistémico y hasta prosaico si se quiere, así que, con esa prebenda, paso a contar la vivencia para quien se interese y tenga un par de minutos para leer.
Parto diciendo que después de una experiencia plumífera media trágica vivida algunos años atrás, con mi familia habíamos optado por olvidarnos de la crianza de gallinas, o sea, chao las cazuelas de ave con sustanciosas presas color café oscuro y no blancas; y nunca más huevitos caseros frescos, más grandecitos, con la yemita naranja y la cascarita más dura y resistente que los huevos chicos y feos de criadero.
Sin embargo, en el veranó que pasó, un día conversando nos preguntamos a nosotros mismos por qué razón no volvíamos a intentar tener gallinas, y como no supimos respondernos nada, decidimos realizar el proyecto de recuperar la crianza de aves de corral con fines de subsistencia en nuestro pequeño sitio acá en la zona lacustre.
Lo primero que tuvimos claro es que ahora había que enfrentar el desafío de una manera más científica, o sea, asumir que las aves no se podían tener sueltas por ahí, sino que encerradas en un gallinero que tuviera las condiciones para albergar de forma segura y cómoda un número pequeño de ejemplares, para poder así partir con el asunto como dios manda.
Paréntesis: Acá es común que la gente tenga las gallinas sueltas y que las cocorocós anden por donde se les pare el hoyo escarbando, picoteando y cagando a diestra y siniestra (así mismito lo hicimos nosotros al principio y no resultó). El riesgo para las aves que esto conlleva provoca conflictos serios con los automovilistas en la carretera y con la avifauna nativa, ya que especies como la culebra, el zorro, el traro, el tiuque, etc., se comen las crías (pollitos) y no dejan casi nada, entonces la gente weona no encuentra nada mejor que dispararles a los bichos estos para evitar perder crianza. Extinguen rapaces naturales y dejan la cagada con el ecosistema: sin depredadores, prolifera el ratón del hanta virus y cada vez hay más personas enfermas… Menos mal que los sacoeweas no les disparan a los autos que atropellan todos los días a las pájaras que andan por la orilla de la carretera. Cierre de paréntesis.
Bueno, sigo entonces con la historia: esperamos que pasara Febrero (harta pega en video y visitas durante todo el verano) y a fines de marzo nos pusimos manos a la obra: elegimos un lugar del sitio que fuera adecuado, diseñamos un gallinero que cumpliera las condiciones, cotizamos y compramos los materiales y agarramos de nuevo las herramientas para su materialización.
Para hacerla corta, diré que usamos 12 polines impregnados de 4”, 100 papelillos de pino Oregón, 5 tablas impregnadas de 1 x 5, 25 palos de 2 x 3, 25 palos de 2 x 2, cinco planchas de zinc acanalado de 2 mts, 20 litros de aceite quemado, 5 litros de diésel, 5 coligues gruesos y 20 mts. de malla de gallinero galvanizada.
Otra vez paréntesis: si alguien se pregunta para qué es el aceite quemado y el petróleo diésel, les digo que es para “impregnar” la madera en bruto expuesta a la intemperie con una mezcla de 2/3 de aceite y 1/3 de diésel. La madera chupa esta mezcla, se impermeabiliza y se hace resistente a los bichos que se alimentan de ella. Usado correctamente este sistema es súper efectivo y poco dañino para los suelos, ya que nunca toma contacto con la tierra. Cierre del segundo paréntesis.
Vuelvo a retomar el relato: distribuimos los polines en un rectángulo de 3 x 7 metros dejando separados dos “ambientes”: Uno más chico de 2 mts. y otro más grande de 5 mts. Sobre los polines armamos la estructura con palos de 2 x 3, cadeneteamos, pusimos diagonales, techo, forramos y cerramos con los papelillos y en las paredes frontales pusimos malla (igual que en el techo en la parte que no alcanzó el cinc).
Después de algunos días de trabajo febril, resultó esto:
Sin duda habíamos logrado un gran avance, pero faltaba lo más importante: Un gallinero sin gallinas no sirve para nada, así que dimos paso a la fase dos del proyecto: había que conseguir plumíferos de forma urgente.
Partimos a preguntarle a nuestra vecina María Sánchez (a quien le compramos huevos de campo) si ella vendía algunas de sus pollas, pero nos dijo que no, que ella no vendía, pero en Casa de Lata (a 10 km de nuestra casa) había una señora que parece que si lo hacía, y nos dio su nombre y las indicaciones para llegar.
Ahí tuvimos el gusto de conocer a la señora Eudocia Villagrán, admirable veterana de 72 años que andaba cosechando papas feliz de vida cuando nosotros llegamos, la saludamos y le preguntamos si tenía algunas pollas para vender. Nos dijo al tiro que sí, que valían 5 lucas cada una y que había que agarrarlas porque como ya les comenté, las weonas andaban todas locas en el manso sitio que tenía la señora… Al ojo calculé que eran más de cincuenta las aves que correteaban por ahí...
El proceso de “captura” fue una historia aparte wn...
Anduvimos correteando y arrinconando las bichas como 2 horas para poder agarrarlas... Como nosotros necesitábamos cuatro pollas y un pollo la señora Eudocia me gritaba a todo chancho mientras corría : ¡ese es hombre…! ¡esa es mujer…! ¡agárrelo por la malla…! ¡ puta que es wn… se le fue de nuevo…! Yo por mi parte corría, aleteaba y gritaba ¡ soy Rocky wn, soy Rocky...¡, mientras mi señora cuidaba el portón que daba al potrero grande y se cagaba de la risa con las carreras, los tropezones, el medio cacareo y las plumas que volaban por todos lados (son terrible de cuáticos los animalitos estos).
Por fin agarramos los ejemplares requeridos, le pagamos a la señora y emprendimos el regreso a nuestra solución habitacional. Pusimos nuestras gallinas en su gallinero nuevo y ahí las dejamos. Llevan ahí como tres semanas y se adaptaron completamente, están seguras y contentas, tienen un espacio cómodo y abrigado para dormir y descansar, con coligues para que se suban y hueveen y ponederos para cuando se les frunza el poto y empiecen a poner (agosto dicen). Además, cuentan con el otro espacio abierto, donde hay un bebedero y un comedero, y un piso de tierra vegetal con pasto donde pueden escarbar a placer. No las alimentamos con pellet, sino que trigo comen las perlas, más cáscaras de frutas y vegetales que se sacan de la huerta o de la comida casera. No sale caro y además, es bien práctico y natural.
Ahora esperamos la primavera para empezar a recoger cuatro huevitos diarios y más al verano, dejar que empollen su caleta de pollos cada una, para criarlos tres o cuatro meses, luego pasarlos a mejor vida, faenarlos y guardarlos en el congelador.
Como dije una vez en el otro foro, denúncienme a la sociedad protectora de animales si quieren, pero ni cagando queremos seguir comiendo pollos y huevos de supermercado, así que, en el futuro, cara de palo aplicaremos nuestra frase favorita: Avis Morgulis, o sea “Todos los pollos deben morir”
Saludos.
Parto diciendo que después de una experiencia plumífera media trágica vivida algunos años atrás, con mi familia habíamos optado por olvidarnos de la crianza de gallinas, o sea, chao las cazuelas de ave con sustanciosas presas color café oscuro y no blancas; y nunca más huevitos caseros frescos, más grandecitos, con la yemita naranja y la cascarita más dura y resistente que los huevos chicos y feos de criadero.
Sin embargo, en el veranó que pasó, un día conversando nos preguntamos a nosotros mismos por qué razón no volvíamos a intentar tener gallinas, y como no supimos respondernos nada, decidimos realizar el proyecto de recuperar la crianza de aves de corral con fines de subsistencia en nuestro pequeño sitio acá en la zona lacustre.
Lo primero que tuvimos claro es que ahora había que enfrentar el desafío de una manera más científica, o sea, asumir que las aves no se podían tener sueltas por ahí, sino que encerradas en un gallinero que tuviera las condiciones para albergar de forma segura y cómoda un número pequeño de ejemplares, para poder así partir con el asunto como dios manda.
Paréntesis: Acá es común que la gente tenga las gallinas sueltas y que las cocorocós anden por donde se les pare el hoyo escarbando, picoteando y cagando a diestra y siniestra (así mismito lo hicimos nosotros al principio y no resultó). El riesgo para las aves que esto conlleva provoca conflictos serios con los automovilistas en la carretera y con la avifauna nativa, ya que especies como la culebra, el zorro, el traro, el tiuque, etc., se comen las crías (pollitos) y no dejan casi nada, entonces la gente weona no encuentra nada mejor que dispararles a los bichos estos para evitar perder crianza. Extinguen rapaces naturales y dejan la cagada con el ecosistema: sin depredadores, prolifera el ratón del hanta virus y cada vez hay más personas enfermas… Menos mal que los sacoeweas no les disparan a los autos que atropellan todos los días a las pájaras que andan por la orilla de la carretera. Cierre de paréntesis.
Bueno, sigo entonces con la historia: esperamos que pasara Febrero (harta pega en video y visitas durante todo el verano) y a fines de marzo nos pusimos manos a la obra: elegimos un lugar del sitio que fuera adecuado, diseñamos un gallinero que cumpliera las condiciones, cotizamos y compramos los materiales y agarramos de nuevo las herramientas para su materialización.
Para hacerla corta, diré que usamos 12 polines impregnados de 4”, 100 papelillos de pino Oregón, 5 tablas impregnadas de 1 x 5, 25 palos de 2 x 3, 25 palos de 2 x 2, cinco planchas de zinc acanalado de 2 mts, 20 litros de aceite quemado, 5 litros de diésel, 5 coligues gruesos y 20 mts. de malla de gallinero galvanizada.
Otra vez paréntesis: si alguien se pregunta para qué es el aceite quemado y el petróleo diésel, les digo que es para “impregnar” la madera en bruto expuesta a la intemperie con una mezcla de 2/3 de aceite y 1/3 de diésel. La madera chupa esta mezcla, se impermeabiliza y se hace resistente a los bichos que se alimentan de ella. Usado correctamente este sistema es súper efectivo y poco dañino para los suelos, ya que nunca toma contacto con la tierra. Cierre del segundo paréntesis.
Vuelvo a retomar el relato: distribuimos los polines en un rectángulo de 3 x 7 metros dejando separados dos “ambientes”: Uno más chico de 2 mts. y otro más grande de 5 mts. Sobre los polines armamos la estructura con palos de 2 x 3, cadeneteamos, pusimos diagonales, techo, forramos y cerramos con los papelillos y en las paredes frontales pusimos malla (igual que en el techo en la parte que no alcanzó el cinc).
Después de algunos días de trabajo febril, resultó esto:
Sin duda habíamos logrado un gran avance, pero faltaba lo más importante: Un gallinero sin gallinas no sirve para nada, así que dimos paso a la fase dos del proyecto: había que conseguir plumíferos de forma urgente.
Partimos a preguntarle a nuestra vecina María Sánchez (a quien le compramos huevos de campo) si ella vendía algunas de sus pollas, pero nos dijo que no, que ella no vendía, pero en Casa de Lata (a 10 km de nuestra casa) había una señora que parece que si lo hacía, y nos dio su nombre y las indicaciones para llegar.
Ahí tuvimos el gusto de conocer a la señora Eudocia Villagrán, admirable veterana de 72 años que andaba cosechando papas feliz de vida cuando nosotros llegamos, la saludamos y le preguntamos si tenía algunas pollas para vender. Nos dijo al tiro que sí, que valían 5 lucas cada una y que había que agarrarlas porque como ya les comenté, las weonas andaban todas locas en el manso sitio que tenía la señora… Al ojo calculé que eran más de cincuenta las aves que correteaban por ahí...
El proceso de “captura” fue una historia aparte wn...
Anduvimos correteando y arrinconando las bichas como 2 horas para poder agarrarlas... Como nosotros necesitábamos cuatro pollas y un pollo la señora Eudocia me gritaba a todo chancho mientras corría : ¡ese es hombre…! ¡esa es mujer…! ¡agárrelo por la malla…! ¡ puta que es wn… se le fue de nuevo…! Yo por mi parte corría, aleteaba y gritaba ¡ soy Rocky wn, soy Rocky...¡, mientras mi señora cuidaba el portón que daba al potrero grande y se cagaba de la risa con las carreras, los tropezones, el medio cacareo y las plumas que volaban por todos lados (son terrible de cuáticos los animalitos estos).
Por fin agarramos los ejemplares requeridos, le pagamos a la señora y emprendimos el regreso a nuestra solución habitacional. Pusimos nuestras gallinas en su gallinero nuevo y ahí las dejamos. Llevan ahí como tres semanas y se adaptaron completamente, están seguras y contentas, tienen un espacio cómodo y abrigado para dormir y descansar, con coligues para que se suban y hueveen y ponederos para cuando se les frunza el poto y empiecen a poner (agosto dicen). Además, cuentan con el otro espacio abierto, donde hay un bebedero y un comedero, y un piso de tierra vegetal con pasto donde pueden escarbar a placer. No las alimentamos con pellet, sino que trigo comen las perlas, más cáscaras de frutas y vegetales que se sacan de la huerta o de la comida casera. No sale caro y además, es bien práctico y natural.
Ahora esperamos la primavera para empezar a recoger cuatro huevitos diarios y más al verano, dejar que empollen su caleta de pollos cada una, para criarlos tres o cuatro meses, luego pasarlos a mejor vida, faenarlos y guardarlos en el congelador.
Como dije una vez en el otro foro, denúncienme a la sociedad protectora de animales si quieren, pero ni cagando queremos seguir comiendo pollos y huevos de supermercado, así que, en el futuro, cara de palo aplicaremos nuestra frase favorita: Avis Morgulis, o sea “Todos los pollos deben morir”
Saludos.