A mí aún me da risa que todavía exista gente que piense que las cosas son realmente gratis.
Después, la risa se me quita cuando veo noticias como ésta, donde ya se ve que una gran parte de la sociedad chilena se compró el mote de la gratuidad y las quejas no van a hacer más que aumentar, al margen de quién esté sentado en La Moneda en los próximos años. Es decir, el desorden en las calles ya está garantizado, gracias al movimiento estudiantil de antaño, que empezó con su anhelo de educación gratuita para todos y el ciudadano promedio, adicto al populismo, que aplaudió y se abanderó con la idea.
A esos dos grupos, los puedo llegar a perdonar, hasta cierto punto. Por un lado, el ciudadano de clase media que apenas le alcanza para llegar a fin de mes, está claro que la idea lo va a seducir, aunque uno esperaría que reflexionara un poco sobre el cómo se va a hacer, pero claro, tomando en cuenta que hay tanto analfabeto funcional en el país, en realidad es mucho pedir. En el caso de los estudiantes, tienen la excusa de la ingenuidad, falta de experiencia y la sed de sueños, salvo por los comunistas, porque ahí todo lo que dicen y hacen está previamente aprobado por el partido. Esos son como un regimiento con verticalidad de mando al 100%. A mi nadie me saca de la cabeza que esto de la gratuidad viene de la mesa misma del PC.
Mi bronca, finalmente, es para el actual gobierno. Hicieron suya la demanda y validaron la petición de la gente, sabiendo que no la iban a poder cumplir, y eso es ya pecar de mala fe. En un comienzo los economistas de derecha alertaron que era imposible y las chuchadas les llovieron como granizo, donde lo más suavecito que les dijeron fue "fachos!". Hoy por hoy no hay nadie en ningún sector que no diga que las lucas no alcanzan por ningún lado.
Finalmente, no cacho cómo alguien puede estar apoyando esa idea de la gratuidad universal. Es totalmente ilógico e inmoral que quienes más tienen reciban ese tipo de ayuda. Siendo que los recursos son escasos, éstos se deben encauzar hacia quienes realmente los necesitan, los que el sistema tiene en un rincón, olvidados.
Al final, de a poco este país se transforma en uno lleno de gente con complejo de vago, quieren sentarse y estirar la mano para que el papi Estado les resuelva todos los problemas.