La salida de Jadue y la promesa de cambio
Luego de la salida de Sergio Jadue de la ANFP y la posterior llegada de Arturo Salah, el nuevo directorio se enfocó en solucionar grietas que había abierto el antiguo directorio, entre ellas, la situación del ascenso a la Primera B.
Si bien se intentó reducir el monto de esta cuota, la constante negativa de los clubes ligados a la empresa de factoring, Factor One, propiedad de los presidentes de Deportes Copiapó y Deportes Antofagasta, Felipe Muñoz y Jorge Sánchez impidió que se cumpliera con esta promesa.
Solo se logró reducir la cuota de 50 mil UF a 25 mil UF lo que de todas formas significa un monto insalvable para los clubes que militan en la Primera B. Además Barnechea no alcanzó a gozar de esta rebaja por lo que estaba obligado a pagar las 50 mil UF en total.
Cabe mencionar que la idea de la creación de una Segunda División Profesional surgió de una idea del propio Felipe Muñoz, como una forma de salvar a su equipo, Copiapó del descenso al fútbol amateur. De esta forma además la nueva categoría sirve como tapón para evitar que otras entidades se sumen al fútbol profesional y así evitar la pérdida de los ingresos que otorga el CDF.
La trampa de la Segunda División
Además de la cuota al borde de la usura que impone la ANFP a los equipos de la Segunda División Profesional, existen otros aspectos que ponen a esta categoría en desventaja respecto de los otros equipos del fútbol profesional.
La primera de ellas es que las bases y estatutos del torneo no lo deciden los equipos participantes, sino que el Consejo de Presidentes integrado por los representantes de los equipos de Primera A y Primera B.
A esto hay que sumar que no reciben ingresos por concepto de televisión, ni tampoco se les permite negociar una eventual venta de derechos de transmisión, lo que coarta el ingreso de auspicios debido a que es un producto poco visible.
Con todo, la Segunda División Profesional se sigue desarrollando, aunque cada vez con menor número de participantes.